*Por Ma. Agostina Simón. Lic. y Prof. en Comunicación Social. Profesora del Curso: Comunicación institucional, estrategias internas y externas.
Los entornos virtuales aparecen, desde hace un tiempo, como nuevos espacios de interacción social. El desafío de la tecnología educativa en el marco de la cultura digital es generar oportunidades para enriquecer la enseñanza.
Vivir en una “aldea global” (McLuhan, 1969) se torna en la actualidad una realidad marcada por la presencia de Internet como tecnología emergente y nuevo espacio interactivo. Justamente aquí es donde está el desafió de la tecnología educativa como elemento enriquecedor del proceso de enseñanza y el de aprendizaje.
Las nuevas tecnologías vienen a potenciar el factor democratizador del campo educativo. El “aprendizaje de la alteridad” (Mireau, 2006), de reconocer la existencia del otro, de reconocer al otro como nuestro semejante pero a la vez como un ser distinto, es un proceso que comienza en nosotros en la educación inicial, y que se ve favorecida por este escenario.
La virtualización de las instituciones educativas en infraestructura y proyectos pedagógicos; su expansión hacia espacios de la web (bibliotecas, repositorios, etc.) y la ubicuidad y omnipresencia de las TIC que extienden el aprendizaje hacia cualquier lugar y situación (Monereo y Coll, 2008), configuran rasgos de este marco. El creciente uso de las aulas virtuales como plataformas para la formación y la integración de diversos materiales y recursos de la web, evidencian la potencialidad de los entornos virtuales como espacios de cooperación, comunicación y formación.
El desafío consiste en la integración de las tecnologías de información y comunicación (TIC) para la inclusión y la extensión de la educación hacia cualquier rincón. Pensar cuál es el lugar que la educación debe tener en una sociedad más justa, frenar la urgencia y levantar la mirada -como menciona Pablo Pineau (2009)- no para mirar más sino para mirar un poco más lejos.